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Guanapay, symphonic poem for piano and orchestra (lanzarote)

Guanapay, ubicación lanzaroteña del municipio de Teguise conocida como Montaña Guanapay, es un antiguo cono volcánico de 452 m de altura. De formación muy antigua, se muestra ya muy erosionado en sus laderas. El nombre de Guanapay es de indudable origen guanche, aunque nada se sabe realmente sobre su posible significado. Aparece en todos los registros cartográficos y escriturales de la isla, aunque su exótico nombre es escrito de formas muy variables. Torriani, en 1590, lo escribe simplemente Guanapay, mientras que el cartógrafo Próspero Casola, en 1635, lo escribe como Guanapaio o Guanapai. En esta ubicación se encuentra también el Castillo de Santa Bárbara (conocido también como Castillo Guanapay), que data del siglo XVI y es el más antiguo del archipiélago canario. El elemento volcánico es fundamental como elemento metafórico en el planteamiento musical de Guanapay, que se traduce musicalmente mediante elaboradas texturas orquestales. Guanapay está escrito para mi amigo Ricardo Descalzo, uno de los máximos exponente de la música actual de nuestro país. Aún siendo un concierto de piano, donde el instrumento solista goza de un papel preponderante en la obra, la parte orquestal es igualmente importante. Casi podríamos pensar en Guanapay más en términos de un dúo, el que los papeles de ambas partes a veces se oponen, a veces se complementan. La enorme complejidad tímbrica que ofrece la orquesta también es compartida por el piano solo, gracias al uso de técnicas extendidas en el cordaje. Al igual que en las otras obras del ciclo, el material musical primigenio es de origen matemático-algorítmico, aunque a posterior ha sido “filtrado” y “podado” para adecuarse a las exigencias creativos del compositor. Las texturas agrestes, pétreas, inundan la obra, así como las representaciones musicales de sonoridades naturales, como el ruido del viento, el mar, el fluir de la lava, etc. Todo lo anterior, a pesar de la complejidad que entraña este proceso, está escrito desde la perspectiva del intérprete. He querido hacer hincapié en que Guanapay, dentro de la brillantez que se supone a un concierto de piano, sea lo más cómodo e instrumental posible, consciente de que la supervivencia en el tiempo de una obra de estas características es directamente proporcional a este equilibrio.